Descubrimientos recientes nos llevan a la conclusión de que la meditación tiene, de hecho, efectos favorables en la salud de quien la practica con regularidad.
Si usted está leyendo este blog probablemente ya ha oído hablar de la película "¿Y tú qué sabes?" (What the bleep do we know?). Lo digo porque la mayoría de las personas interesadas en conocer acerca del vínculo entre ciencia y misticismo ya la han visto o, al menos, han oído hablar de ella. Pues bien, uno de los temas divulgados por ese "docudrama" es el trabajo de Masaru Emoto, quien básicamente afirma que la estructura fisicoquímica del agua puede ser alterada con el pensamiento. En principio yo no me cierro a esa posibilidad, por el contrario, soy un convencido de que los fenómenos psicokinéticos ocurren, toda vez que yo mismo he tenido al menos dos experiencias que creo califican como tal; sin embargo, y en honor a la verdad, hay que señalar que la mayoría de los científicos son muy críticos del trabajo de Emoto y creen que hay otras explicaciones más simples para interpretar esas mismas observaciones. En todo caso, el docudrama utiliza las hipótesis de Emoto para elaborar un argumento que - en buenas cuentas - es el siguiente: Nuestro cuerpo está constituido aproximadamente por un 60% de agua, si la mente puede hacer cambios en el agua, eso implica que la mente puede hacer cambios en nuestro propio cuerpo. Como digo, la interpretación que Emoto hace de sus observaciones ha sido ampliamente criticada, pero ese no es en sí mismo un argumento válido en contra de la existencia de fenómenos psicokinéticos y mucho menos de los fenómenos psicosomáticos que sí han sido documentados y confirmados desde muy antiguo.
El más conocido de los fenómenos psicosomáticos es seguramente el efecto placebo. Como es sabido, se denomina placebo a una sustancia inocua que es ingerida en reemplazo de un medicamento, demostrándose que - en promedio - tiene un efecto positivo sobre la salud de quien la ingiere creyendo que se trata de un remedio verdadero. El efecto placebo es tan relevante que, en la actualidad, para comprobar la eficacia de un fármaco se le compara con un placebo y sólo así se determina si tiene un efecto curativo superior.
Investigaciones más recientes también han demostrado que las condiciones psíquicas de vida de los individuos pueden repercutir muy fuertemente en sus condiciones de salud física. Por ejemplo, en un estudio reciente se ha establecido la correlación entre los niveles de estrés y el desarrollo un tipo de diabetes en los hombres. Según una nota publicada por la BBC, "la investigación llevada a cabo en Suecia encontró que los hombres con altos niveles de "alteración psicológica" tienen dos veces más riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 que aquellos con bajos niveles". En otras palabras: la ansiedad, la depresión y las noches sin dormir aumentan el riesgo de diabetes en los hombres, aparentemente porque este tipo de alteraciones psicológicas afectarían la forma como el cerebro regula las hormonas. Estos hallazgos se suman a descubrimientos hechos con anterioridad y que establecieron que el estrés y la depresión son factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares.
Esto es importante porque, si lo enlazamos con otros descubrimientos también hechos recientemente (ver "Emociones Destructivas" por Daniel Goleman y el Dalai Lama), que han establecido científicamente que la meditación permite generar en quien la practica con regularidad - típicamente lamas de linaje tibetano - estados de bienestar psicológico alejados de las alteraciones como el estrés y la ansiedad, llegamos a la conclusión lógica de que la meditación tiene efectos favorables para la salud y podría ayudar a prevenir padecimientos como las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de diabetes.
En definitiva, algunos de los descubrimientos más recientes en el ámbito de la salud, estarían confirmando el conocimiento adquirido durante más de dos milenios por la tradición budista en torno al poder curativo de la mente. De consolidarse esta idea, la meditación podría, a la larga, convertirse en un elemento importante dentro de la medicina preventiva. ¿Se imaginan a los padres del futuro enseñando sus hijos que deben comer verduras, lavarse los dientes y meditar todos los días?
Si usted está leyendo este blog probablemente ya ha oído hablar de la película "¿Y tú qué sabes?" (What the bleep do we know?). Lo digo porque la mayoría de las personas interesadas en conocer acerca del vínculo entre ciencia y misticismo ya la han visto o, al menos, han oído hablar de ella. Pues bien, uno de los temas divulgados por ese "docudrama" es el trabajo de Masaru Emoto, quien básicamente afirma que la estructura fisicoquímica del agua puede ser alterada con el pensamiento. En principio yo no me cierro a esa posibilidad, por el contrario, soy un convencido de que los fenómenos psicokinéticos ocurren, toda vez que yo mismo he tenido al menos dos experiencias que creo califican como tal; sin embargo, y en honor a la verdad, hay que señalar que la mayoría de los científicos son muy críticos del trabajo de Emoto y creen que hay otras explicaciones más simples para interpretar esas mismas observaciones. En todo caso, el docudrama utiliza las hipótesis de Emoto para elaborar un argumento que - en buenas cuentas - es el siguiente: Nuestro cuerpo está constituido aproximadamente por un 60% de agua, si la mente puede hacer cambios en el agua, eso implica que la mente puede hacer cambios en nuestro propio cuerpo. Como digo, la interpretación que Emoto hace de sus observaciones ha sido ampliamente criticada, pero ese no es en sí mismo un argumento válido en contra de la existencia de fenómenos psicokinéticos y mucho menos de los fenómenos psicosomáticos que sí han sido documentados y confirmados desde muy antiguo.
El más conocido de los fenómenos psicosomáticos es seguramente el efecto placebo. Como es sabido, se denomina placebo a una sustancia inocua que es ingerida en reemplazo de un medicamento, demostrándose que - en promedio - tiene un efecto positivo sobre la salud de quien la ingiere creyendo que se trata de un remedio verdadero. El efecto placebo es tan relevante que, en la actualidad, para comprobar la eficacia de un fármaco se le compara con un placebo y sólo así se determina si tiene un efecto curativo superior.
Investigaciones más recientes también han demostrado que las condiciones psíquicas de vida de los individuos pueden repercutir muy fuertemente en sus condiciones de salud física. Por ejemplo, en un estudio reciente se ha establecido la correlación entre los niveles de estrés y el desarrollo un tipo de diabetes en los hombres. Según una nota publicada por la BBC, "la investigación llevada a cabo en Suecia encontró que los hombres con altos niveles de "alteración psicológica" tienen dos veces más riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 que aquellos con bajos niveles". En otras palabras: la ansiedad, la depresión y las noches sin dormir aumentan el riesgo de diabetes en los hombres, aparentemente porque este tipo de alteraciones psicológicas afectarían la forma como el cerebro regula las hormonas. Estos hallazgos se suman a descubrimientos hechos con anterioridad y que establecieron que el estrés y la depresión son factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares.
Esto es importante porque, si lo enlazamos con otros descubrimientos también hechos recientemente (ver "Emociones Destructivas" por Daniel Goleman y el Dalai Lama), que han establecido científicamente que la meditación permite generar en quien la practica con regularidad - típicamente lamas de linaje tibetano - estados de bienestar psicológico alejados de las alteraciones como el estrés y la ansiedad, llegamos a la conclusión lógica de que la meditación tiene efectos favorables para la salud y podría ayudar a prevenir padecimientos como las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de diabetes.
En definitiva, algunos de los descubrimientos más recientes en el ámbito de la salud, estarían confirmando el conocimiento adquirido durante más de dos milenios por la tradición budista en torno al poder curativo de la mente. De consolidarse esta idea, la meditación podría, a la larga, convertirse en un elemento importante dentro de la medicina preventiva. ¿Se imaginan a los padres del futuro enseñando sus hijos que deben comer verduras, lavarse los dientes y meditar todos los días?